>>746(Me rehuso a dejar morir el rol)
Theresa Kathalinna-...
Un pueblo bastante ordinario donde tranquilamente, si se le añade algo de nieve y unas heladas ventiscas, tendrían a una viva imagen de su pueblo natal, Lombart, lo que le generaba ciertas sensaciones hogareñas, como si aún pudiera oír el sonido de la leña quemándose en la hoguera, los jóvenes compañeros cantando canciones sobre leyendas locales y sonido de las ramas chocando unas contra otras debido a los fuertes vientos que hacía de noche en alto Lombart, la parte más alta del pueblo donde apenas se hallaba una cabaña para los que descendían de más alto en la montaña y una capilla donde se rezaba a la patrona Kathalinna cada día, para que los enérgicos caballeros en formación fuesen imbuidos de energía y coraje, que les permitiría conquistar cada prueba para ser aceptados en la guardia local del pueblo, reserva de los cuales se sacaba los mejores para un equipo que desempeñaba otro rol, el de cumplir órdenes fuera del pueblo, la mayoría en la copa de la montaña donde animales feroces y duras condiciones atmosféricas hacían un paraje que no cualquiera pudiese admirar. De este grupo se exportaban guerreros como pago de impuestos hacia el centro del reino, donde eran ya asignados con total decisión por los subcomandantes a diversas locaciones para diversos fines. En este caso Theresa fue asignada a un gremio, un logro remarcable entre los suyos, a ejercer como uno más de sus caballeros con encargos a muchos lugares del reino y con un futuro prometedor allí.
Así fue como una humilde mujer de un pueblo que paga los impuestos con soldados y gana dinero extrayendo materiales, terminó en un pueblo muy lejos de casa, representando a un gremio y en busca de la respuesta de aquello que envenenaba el agua que allí bebían, teniendo a la población no sólo en problemas salubres sino en un terror psicológico, alimentado por mitos y leyendas, supersticiones sobre las maldiciones de las brujas que afectaban a toda una generación por, según ancianos, ira hacia los patronos a los cuales se les escupía al pasar de ellos y recurrir a la misma brujas que sólo engañaban a las personas, castigando la blasfemia hacia los verdaderos dioses y patrones.
Pero esto no dejaban de ser más que discursos gritados por ancianos con déficit mental que juran que duendes roban sus pertenencias durante la noche, siendo que misteriosamente aparecen en la misma habitación solo que movido de sitio. Y para calmar a la población del miedo a la vez que salvaba sus vidas, Theresa estaría totalmente dispuesta a empezar su labor tan rápido como terminase por traer sus cosas de la carreta, bolsas llenas de artículos básicos para mantener a la rubia algunos días en caso de alargarse mucho las cosas. Su armadura no era necesaria pero tampoco quería dar una imagen débil del gremio, permaneciendo siempre con la brillante armadura y el símbolo del gremio en alto, impasible.
Al otro lado del pasillo había un hombre bastante peculiar allí, pero que tampoco se llevaba mucho de su atención en lo que desempacaba y ordenaba todo por algunos minutos, terminando por salir saludando muy formal a el vecino con un gesto de su mano, pasando inmediatamente al centro del pueblo, una bonita fuente que le pareció bastante interesante, ya que, debido a las bajas temperaturas durante la noche, una fuente de agua fuera sido sólo un gran cubo de hielo estático, y no este... Vals, de agua chorreante que sutilmente vuelve a su origen para reutilizarse, ingenioso yuy vistoso.
-Ahora...
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