Una última prueba que podía hacer era la de manejar a los maniquíes a distancia. No era una que tuviese que hacer con urgencia y podía guardarla para cuando su Master decidiera salir con ellas, pero ya que estaba desocupada...
A través de los ojos de Número 5 pudo ver cómo esta pasaba de un cuarto a otro, del área de trabajo a la de suministros. La visibilidad era buena incluso sin necesidad de encender los interruptores, los sonidos eran más nítidos en el cuarto donde guardaban los materiales, hilos, telas, tejidos, máquinas de repuesto y demás cosas. El cuarto estaba mejor cuidado que el almacén/sótano en la mansión de su Master y era tres o cuatro veces más grande. Estantes metálicos con cajas marcadas en negro sobre blanco estaban distribuidos ordenadamente, dejando un margen de un metro entre cada uno. Se podía escuchar algo moverse detrás de una de las estanterías alineadas a lo largo de la pared del fondo, una de las cajas se agitaba ligeramente.
Dejó que el maniquí se moviese por cuenta propia, permaneciendo en su estado de espectador. Número 5 avanzó hacia la fuente de ruido, tomó la caja que se movía con una mano y vio como un largo pedazo de tela se salía por un agujero en la parte trasera de la caja. Centímetro a centímetro, el material se salía por el hoyo, Número 5 sostuvo un extremo con su mano libre y haló de él, recuperándolo antes de que desapareciese detrás de la estantería. No logró atrapar a la alimaña que hurgaba entre las pertenencias de la compañía, pero evitó más pérdida de materia prima. Examinando con detenimiento la caja en su mano y las aledañas descubriría otros agujeros similares en ellas, las aberturas no se distinguían bien hasta que se intentaban sacar los contenidos a través de ellas. El cuarto no poseía lugares obvios por donde se pudiese escapar una rata o cualquier otra peste lo suficientemente fuerte para llevarse una carga tan pesada o abrir semejantes agujeros en los paquetes. No había pelos sueltos, desperdicios, huellas ni otras cosas que pudiesen develar la especie que se le había escapado a Número 5 de las manos. Los sonidos cesaron, el maniquí estaba solo en el almacén.