>>1840>Madame BobaryJacket desayuna teniendo a Miami (Florida, Nuevos Estados Confederados) de fondo, junto un clima cálido que se filtra desde las ventanas. El mercenario se baña, se viste, toma las cintas y tal vez fuma un cigarrillo. Está listo para salir. Pero cuando pone la mano sobre el pomo de la puerta y gira para abrir como todos los días, algo nuevo ocurre en forma de un portazo que le da en la cara y lo manda al suelo. Tamaño susto, nunca mejor dicho, porque la mujer que sostiene la puerta con su mano pálida presume de un gran tamaño, en muchos sentidos.
"Finalmente, después de tanto tiempo nos volvemos a encontrar, tesoro" Madame Bobary esboza una sonrisa perlada y clava los ojos en Jacket mientras se inclina para invadir el apartamento y luego cierra la puerta detrás de sí dejándolos en intimidad. "Todos estos años solo podía imaginar qué clase de vida estaría llevando mi pequeño bebé... Pero ahora puedo verlo, conocerte" Las manos de la dama toman a Jacket de los hombros, lo acerca a su voluminoso cuerpo. "Y mirate, te has convertido un hombre joven, independiente y muy apuesto" Estrecha al mercenario y lo hunde en su gigantesco y suave cofre, con tanta insistencia que luego de un rato le impide respirar.
Los posibles forcejeos de Jacket, en vez de amedrentarla, causan que Madame Bobary lo abrace con mayor insistencia, ahogándolo con su escote y con su afecto. Pocos segundos antes que Jacket quede inconsciente por la falta de oxigeno, la mujer alta parece reparar en las consecuencias de su cercanía y libera a Jacket de entre sus telas.
"Oops... ¿Estás bien, tesoro? Disculpa mi brusquedad. A veces olvido que los otros pueden llegar a ser... Frágiles, como canarios. Igual de lindos, igual de endebles. Tú abuela me advertía que si los acariciaba demasiado se volverían nada, y tenía razón" Bobary pasa junto a Jacket y con la misma indiferencia hacia la propiedad ajena que demostró a la hora de entrar al apartamento, comienza a explorar el lugar. Echa un vistazo al baño, a la habitación de Jacket, al paisaje playero de las ventanas. "Que lugar tan... Rustico, en el buen sentido, digo. Supongo que es el nido ideal para los jóvenes emprendedores de ahora, porque si pudiste pagarlo tú solito seguro eres uno de esos nuevos empresarios que inventan cosas o crean paginas para el Internet"
Madame Bobary como si andara por su propia casa, pasa a la cocina en donde abre el refrigerador y se inclina para echar un vistazo dentro. Con la puerta de la nevera cubriéndola, por un rato lo único que puede ver Jacket de ella son sus enormes y curvilíneas posaderas, que menea al ritmo de una canción vintage que suena en la mente de la mujer.
"Déjame prepararte algo casero. Toda esa comida procesada e instantánea para lo único que sirve es crear desviados y afeminados. Un atentado contra la familia conservadora de toda la vida, guardado en una aparentemente inofensiva lata..." Hace una pausa y deja de menearse. "¿No eres un desviado, verdad dulzura?" El tono de la Von Karma pasa de cariñoso a serio en unas pocas palabras. Espera una respuesta.
Mientras tanto, en las afueras del bloque de apartamentos, el DeLoran DMC-12 está siendo revisado por la policía por sospechas de tener en su interior un motor nuclear ilegal seguramente obtenido en una baratilla. Hay muchas falsificaciones o reactores riesgosos rondando por Florida, también gente desconsiderada dispuesta a comprarlos para ahorrarse unos centavos y en el proceso poner en riesgo la comunidad.
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