>>2061Los débiles toques a la puerta, amables con quien aún esté en los profundos placeres oníricos, despabilan a la durmiente Von Karma que alza la mitad del cuerpo por sobre la cama. Su alborotada melena, blanca como el panorama invernal ucraniano, cubre rostro y espalda de la pequeña. Un somnoliento "Ya vohyyy" recibe a Sokolov del otro lado de la puerta.
(Osito Teddy, muñeca anabelle, pantalla plana de 356 pulgadas... Los extrañaré mucho)
De una firme caricia Slaugh llevo sus cabellos hacia atrás para poder presenciar a detalle y por una última vez la que era la habitación que la vio crecer. Sus numerosos juguetes, sus lujos tecnológicos, la asombrosa vista a Kiev, la más finas decoraciones; la Von Karma le debía mucho a su Padre, de darse el caso, sería al primer y último humano que se le ocurriría proteger una vez el Sol Negro sea desatado... Sea lo que sea esa cosa, claro. En la cabeza de Slaughter el Sol Negro no era más que un vago susurro, un invitado no deseado, algo que estuvo ahí desde su primer rezago de consciencia sin explicación u origen. Al menos, Slaugh posiblemente reciba respuestas de esa suripanta, aquella que le delegó todo el trabajo de la crianza al pobre de su padre. Ella le daría las respuestas que anhelaba, y en caso de considerarla una inútil para los planes del Sol Negro o de directamente no ser consciente de que es eso, la Von Karma se encargaría de asesinarla con sus propias manos. Puede que provenga de su vientre, pero la verdad es que Slaughter no siente el más mínimo aprecio por alguien a quien jamás ha conocido.
Luego de vestirse apropiadamente, Slaugh poso sus ojos de un blanco impoluto sobre la puerta, las abrió e interceptó a su Padre, rodeando sus caderas con ambos brazos y hundiendo su cara sobre su estómago. Era a la única persona que daba muestras de afectos a tal grado y Slaught esperaba que así se quedará, sería vergonzoso tener que abrazar a otra persona así fuese su esposo, por asi decirlo el Miedo de los individuos le era más placentero que cualquier tipo de afecto.
"¡Padre! ¿Cómo estas? ¿Tienes algo que decirle a Madre? Dímelo ahora por que es probable que no tengas una próxima vez..."
¿Por qué Slaughter estaría tan confiada frente a alguien que no había visto siquiera una vez? Eso tenía una respuesta simple, ella se sentía invencible.
El tiempo, un fenómeno que ata con sus hilos a todo objeto o ser vivo, un fenómeno que, desde temprana edad, Slaughter se percató que puede intimidar, doblegar y violar. Su primer acercamiento con estos rasgos sobrenaturales fue cuando quería seguir durmiendo un día que debía concurrir a clases durante la mañana, aunque fue por apenas unos segundos, despertador, sirvienta, humo del té, todo paro, en esa primera oportunidad no quiso comentar nada para que no la tomarán por loca, pero la segunda fue difícil de ocultar; la segunda vez, cuando tenía unos 7 años, estaba haciendo el intento de cocinar algo junto a la sirvienta para el día del Padre, cuando por cosas del destino un descuido le valió un profundo tajo en el índice, casi medio dedo había acabado cersenado, pero entre el mar de lágrimas que era Slaughter, el dedo se recuperó, como si cada fragmento de piel se reincorporara al dedo, como si cada célula se soldara una con otra nuevamente. Con el tiempo aprendió que eso último es regresión temporal, o como a la Von Karma le gusta llamar: Regeneración Temporal.