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<En la casa de Sagitario
Adeline comienza a andar, dando por hecho que Jacket la sigue de cerca. Durante la caminata por el pasillo, revela sobre qué tratara el dichoso banquete de Walpurgis, tema del que habla como si fuese más importante que la Navidad o el Día de gracias.

"Se trata de una de las celebraciones más importantes y longevas, que sucede cada 100 años y potencia la presencia de la Diosa Madre en este mundo... Control, familia, y poder, nuestra trinidad de valores, características que son evaluadas en cada uno de los aspirantes durante el festejo, hasta que por descarte se demuestre quienes son los tres más aptos" Ladea la mirada hacia el rubio. "Ser escogido por los consagrados para participar es todo un honor, una muestra de suma confianza... No decepciones a madre y te mueras. La pondrías muy triste"

Cruzan una puerta, descienden por una escalera en zigzag y atraviesan otro umbral que los deja en la parte trasera de la mansión, un jardín cercado por altas rejas con picos que rodean un espacio de estatuas y pilares desgastados como las ruinas de un mundo perdido. Fuera del enrejado crecen y se entrelazan raíces incontables, gigantes y ennegrecidas, nacidas de un árbol de raíces retorcidas que hace vida en el centro del jardín. En sus ramas crecen lo que parecen peras grises, pero cuando Jacket mira más de cerca, se da cuenta que son huevos con rasgos faciales.

"Ahí entre las ramas altas. ¿Lo ves? Es el huevo del mundo oscuro"

La pequeña de comportamiento maduro que desentona con su aspecto, apunta con su pálida manito hacia lo alto del árbol. Más o menos se puede apreciar un huevo mucho más grande que el resto.

"¡Vamos, baja y eclosiona!" Adeline le lanza una roca para ver si lo tumba, pero falla el tiro.

Behelith del mundo: ¡No! ¡Aun no estoy listo! ¡Dejen de presionarme!

El huevo se retira y desaparece. Adeline te mira y disimula la decepción.