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Yukihime arquea una ceja cuando menciona las puertas, si las hacen así pues el promedio de altura dentro de esa ciudad no ha de ser muy alto, o más bien es normal, asume que se hará por comodidad.

—No es que yo sea pequeña, creo que mido 1,70 pero usted es una excepción... ¿Tres metros, quizá cinco?

Le pregunta de nuevo más para satisfacer su curiosidad que para hacer conversación, ha visto cosas más grandes incluso desde niña, no titanes, pero sí otras cosas...

—De nuevo, debería quejarse con el señor Demiurge, pero descuide, de seguro cuenta con un seguro para estos inconvenientes... Eso... Eso era una broma... Ejem...

Aparentemente hasta que tiene que aclarar que lo era ya que su rostro confuso por la situación tampoco es muy explicativo. De todas formas ya se iba de ahí después de un poco de bochorno.

—¿Demi, eh?, ¿Acaso es su amiga? Ya veo, un gusto, pero no veo por qué me busca a mi, como digo, es mi día libre...

Yukihime es... No sé, creo que era un título, significa princesa de las nieves, y yo era su princesa.

Aunque no era algo bonito en su caso, pero se puede malinterpretar como aquel sueño que tienen las niñas de ser princesas. Yukihime jamás deseó algo así ni una sola vez en toda su vida...